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lunes, enero 20, 2014

Las botas de siete leguas


Aquí les presento a mis viejas botas, que no por ser viejas y llevar remiendos y varias vulcanizaciones encima cree uno que deban esconderse a la opinión pública como hacemos con las basuras, los abuelos y las vergüenzas; más al contrario, esas grietecitas de aquí y aquel remiendo de allá emanan aromas y recuerdan los caminos, los ribazos y las sendas. Son pruebas de que se ha andado, si no todo lo que se debería, al menos lo que se ha podido o lo que le han dejado. Ya van para 15 años. Si fueran perro estarían a punto de dejar de perseguir a los gatos. A uno le parece que con un poco de grasa y cariño aún pueden aguantar otros tantos. Me costaron una semana de sueldo, pero Dios guarde por muchos años a Calzados Legarreta de Bilbao.





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